27 abr 2009

Amiga, amigo, y una línea entre los dos.

En algún momento dije que era casi imposible, porque los caminos de uno u otro terminaban cruzándose en el punto equivocado. Hay una línea divisoria entre lo que se puede hacer y/o decir con un amigo (nene, hombre, del sexo opuesto) para reirse mucho y lo que no se puede hacer porque ya sería demasiado. Es una línea fina y delicada que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso en la misión de no confundirnos.
La amistad entre el hombre y la mujer no es cosa fácil, tiene muchos ingredientes y no todas las personas del planeta la entienden. Sin embargo, cuando esa línea está bien puesta, es un verdadero placer contar con un amigo. Amigo en serio: "llamame si estás mal", "no llores", "llevá galletitas", "esta es charla 111", "ojalá sigan bien", "¡aprobamos!", "ayudame a ver qué le gustaría que le regale", "un cañoncito con dulce de leche te espera", "no vomites, falta poco y rendimos", "te llamo para hacer descarga psicológica", etc.
Bendita la amistad entre el hombre y la mujer. Mientras la línea no se corra, ¡a disfrutar que no somos culpables de nada!

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