23 dic 2009

Perfume inesperado


Recuerdo el primer regalo de origen animal que recibí. Era una pulsera hecha de pelotitas de madera de parte de "Cata", una perrita cocker a la que durante un año le hicimos las curaciones todas las mañanas hasta que su piel, desprendida toda en un principio, terminó por regenerarse. Ayer recibí el segundo paquetito navideño. Esta vez fue un perfume de parte de "Anís", una gatita con insuficiencia renal crónica a la que ya hace un año le pasamos suero por diferentes vías para que en su casa siga siendo feliz con sus dueños. Es rara la sensación de recibir esos regalos, es un reconocimiento que uno no espera porque cuidarlos es parte del trabajo y quererlos y mimarlos es parte de la forma de ser. Todo espontáneo, nada premeditado. Y contesté ayer lo mismo que hace unos años: no hacía falta, en serio, mi regalo es que ella esté bien. Falta no hace, pero qué lindo se siente. Gracias.

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