Cuando seas un poquito más grande y puedas articular las palabras seguramente me vas a pedir que me calle, pero por ahora sos mi
lechón rosado. Te paseo en el cochecito y te canto, me mirás, abrís los ojos enormes, escupís el chupete y te sonreís. Y claro, yo sigo cantando pero ahora además sonrío y eso te parece más gracioso todavía y sacás a relucir una sonrisa tan enorme que parece desproporcionada en tu hermoso, rollizo y pequeño cuerpito.
Tranqui gorda, cuando me lo pidas voy a cambiar mis cantos por lecturas o relatos fantásticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario