26 dic 2009

Mi lechón navideño

Cuando seas un poquito más grande y puedas articular las palabras seguramente me vas a pedir que me calle, pero por ahora sos mi lechón rosado. Te paseo en el cochecito y te canto, me mirás, abrís los ojos enormes, escupís el chupete y te sonreís. Y claro, yo sigo cantando pero ahora además sonrío y eso te parece más gracioso todavía y sacás a relucir una sonrisa tan enorme que parece desproporcionada en tu hermoso, rollizo y pequeño cuerpito. Tranqui gorda, cuando me lo pidas voy a cambiar mis cantos por lecturas o relatos fantásticos.

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