16 oct 2009

Un placer, señora.

El colectivero es de esos tipos que no terminó de abrir la puerta delantera y ya está a los gritos "¡Arriba, arriba!". No puedo hacerle caso inmediatamente como me gustaría, de hecho estoy llegando peligrosamente sobre la hora a rendir, porque una mujer que vivió bastante más que el colectivero o yo está intentando bajar. La miro, le tiendo la mano para ayudarla, si sigue con ese envión va derecho al piso. Se toma su tiempo, baja tranquila y se apoya en mí, me mira: "Te deseo lo mejor en todo". Le agardezco y subo apurada, el conductor se está impacientando. Todo bien pero no quiero perder otro colectivo. Me quedo pensando en ella, sonrío, qué linda la gente alegre y educada.

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