6 ago 2009

Desde internación: Con el último aliento

A Tomás, un siamés de nueve años, lo conocimos el martes. Sus dueñas lo trajeron al hospital angustiadas: - Hoy no lo vimos bien, en otra veterinaria le inyectaron unas cosas y dijeron que mejoraría, pero no. Comatoso, deshidratado y desconectado del medio, efectivamente no estaba muy bien el gato. Y salió el combo de siempre: catéter, guía, suero, extracción de sangre, medición de hematocrito, glucemia y proteínas. Glucemia: Hi. Taquipnea. Hipotermia. Suero blanco (no blanquecino), igualito a como queda la grasa solidificada al guardar el pollo con salsa de anoche en la heladera. Eran triglicéridos, claramente: cetoacidosis diabética.
Hoy finalizó la corta estadía de Tomás en el hospital. Cambio de turno, el panorama estaba complicado: hiperglucemia, anuria, hipoxia, cianosis y catéter infiltrado. Una a una resolvemos las cosas: oxígeno, sondaje, nueva vía e insulina. Lo dejamos en su jaula: - Mejor no manipularlo más. En eso se incorpora, lo miro, me mira, esos instantes de fuerza y recuperación nunca son buenos. Llamo a la veterinaria: - Caro, subí. Intubación, adrenalina, masaje cardíaco y nada; Tomás quedó con la mirada fija. Desde algún lado habrá visto cuando toda su familia vino llorando a buscarlo. No todos son finales felices.

No hay comentarios: