31 oct 2012

No pierdo las esperanzas

Entra a la veterinaria un nene de unos diez años con su mamá. Él tiene los ojos húmedos y enrojecidos, la madre me explica:
-Él está triste porque, en la ventana, una paloma tuvo dos pichoncitos y durante todo el día de hoy no la vimos.
-No, pero quedate tranquilo, quizás volvió un ratito, les dio de comer y se fue de nuevo. No se quedan todo el tiempo con ellos. O quizás salió temprano a buscarles comida y todavía no encontró- Le digo intentando tranquilizarlo.
-Pero tienen cuatro días y están sólos.- Me dijo el nene angustiado.
-Confiemos en que esté por volver.- Le repetí.

Miré a la gente que se había juntado en el local y les dije:
-Mientras un nene llore porque teme que una paloma haya abandonado a sus pichones, yo voy a seguir creyendo en un mundo mejor.

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