Detesto la violencia que genera el fútbol, la inoperancia de todos los sectores para evitarla, la irresponsabilidad de sus mismos protagonistas de fomentarla y la triste realidad de que se vuelva moneda corriente. Ya no es un evento deportivo, es una excusa para hacer ver una prueba más de la sociedad irrespetuosa y desagradable en la que nos estamos convirtiendo para alegría de muchos.
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