Vino y masitas a mi nombre de parte de un dueño a cuya mascota jamás vi ni siquiera de lejos. Especulaciones varias: segundas intenciones, confusión de médico o incluso agradecimiento por no haber intervenido en el caso. Luego de la sabia reflexión de un colega:
en la vida a veces se gana y a veces se pierde, lo segundo pasa más seguido, así que no jodas más y llevate el regalo que llegó a tu nombre, compartí las masitas y me traje el vino... en fin.
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