18 feb 2010

Desde el consultorio: mala racha

Hace quince días una señora vino con su perro a la veterinaria.
Ella llegó del trabajo y encontró toda la casa revuelta, todo tirado. Diluviaba. En la madrugada juntó coraje, salió al patio y encontró a su perro "Nougal" bajo las plantas, empapado, temblando, con vómitos y diarrea. No pudo salir de su casa, los ladrones se habían llevado un juego de llaves y temía encontrarlos a la vuelta. Esa noche la pasaron juntos, abrazados en un sillón del living; "es que desde que mi marido se fue, él ya no sube". Al día siguiente, cerrajero de por medio, la teníamos llorando con su mascota tendida en la camilla. Es que claro, hay rachas terribles. Diez días atrás, su marido de sesenta y dos años había fallecido en su casa de un infarto. Así sin previo aviso. Y ahora Nougal, su única compañía, tiritaba tendido de costado sin poder incorporarse vaya uno a saber por qué. Es de esas historias que movilizan, un nudo en el pecho se me estrujaba al ver a esa mujer pedirle al perro que por favor él no la abandonara también, porque lo necesitaba para mudarse a un lugar más chiquito y seguir adelante.
Hoy Nougal vino a controlarse, entró moviendo la cola y esperó paciente mientras le sacaba sangre. Ella no dejaba de decir que estaban agradecidos: "Acá Nougal, te salvaron la vida y te llenaron de cariño".

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