9 ago 2012

No quiero un país sin grises

A veces me planteo seriamente si estoy siendo testigo de la decadencia absoluta e irremontable de mi país. Ya no pasa por ideología, no pasa por el dólar, el euro o el real, pasa por la falta completa y grosera de educación y principios. La moral se volvió un elemento de museo, arqueológico. La absurda división en grupos enfrentados del país como si vivir acá fuera algo así como un partido entre finalistas todo el tiempo. La constante agresión que se vive, la carencia de la habilidad de escuchar sin prejuzgar, de debatir sin pelear, de exponer sin golpear, de aceptar sin ser absolutista.

No hay comentarios: