
Compro. Soy de esas típicas minas sensibles con pensamientos utópicos que compran escenas de telenovelas. Sé que están actuando pero me emocionan, sé que es un libreto y no palabras espontáneas, sé que es premeditado que justo suene la canción que combina a la perfección con el momento, lo sé pero igual lo compro. Me sumerjo en la situación, me meto tras la cortina del decorado y presencio el instante en el que hablan, se miran y se besan. No lo saben pero estoy ahí, ignorando las cámaras que los rodean porque ellas desmoronarían la fantasía del cuento. Ellos están sobre una cama y deciden pelearla, nosotros estábamos frente a un ventanal con una estufa a nuestro lado cuando resolvimos lo mismo. Al final, ficción y realidad son parientes cercanos.
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