
Quiero un día en el que me levante y no tenga nada para hacer. No lo deseo como estilo de vida, no, no sirvo para tanta quietud, sólo quiero un día de esos. Así podría cocinar tartas de diversos gustos y colores y ordenar la pila de ropa que hay en mi cuarto sobre la pobre silla azul con puntitos dorados. Nunca me gustó el desorden, y verme sumergida en él me molesta.
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